¿Pueden los residuos hacernos conocer, comprender y afrontar los retos ambientales actuales?
Hace 25 años en Chile aparece un pequeño libro de Tomas Moulian (1998), llamado: "El consumo me consume", básicamente, devela desde el análisis sociológico a la sociedad chilena de fines de la década de los '90, totalmente embriagada con la apertura hacia el mundo, disfrutando de un "boom" económico y todo apalancado desde el crédito y el consumismo de bienes y servicios. Moulian desde una mirada critica del fenómeno hedonista del consumismo, teoriza respecto de las pulsiones de los individuos hacia el comprar compulsivamente, como también de las condiciones políticas y económicas que establecen las condiciones materiales para que el fenómeno pueda darse, y podríamos aventurar, sobre como se establece una relación de poder desde el consumo desplazando a segundos y terceros lugares a quienes no pueden acceder a la "fiesta" del consumo. Este consumismo desenfrenado es la cara visible del modelo capitalista neoliberal, del modelo de producción actual, altamente automatizado y con énfasis en lo desechable, lo reemplazable.
Sin embargo, lo que no alcanzábamos a ver, lo que no era visible en esos momentos, era la cruz de la moneda; la cara "B": Los residuos, la basura, los desechos, para ponerlo en un contexto materialista, los objetos como resultado de la "fiesta" del consumo. Me interesa conectar esto el texto "Intimate with your junk! A waste management experiment for a material world" (Callén & López, 2019) quienes, desde mi perspectiva, intentan devolver la necesidad de reconocer en los objetos parte de nuestros apegos y nuestros vínculos con los objetos resultantes del consumismo. Esto es relevante, ya que nos conecta con los residuos como la cara "B" del consumismo en su dimensión política-económica, pero además, con una ontologización totalmente distinta ya que pone una carga de identificación sobre un sujeto individual particular y no sobre un sujeto colectivo abstracto. Es decir, podemos pensar los residuos como "mis" residuos y no solo como "los" residuos, la dimensión ética-psicológica. Lo que conlleva una mueva mirada si consideramos que la critica al consumo solo se realizaba desde una cara "A", la del consumo como adquisición, en tanto critica ética, política y económicamente.
Lo anterior, me hace pensar en la interpretación que hace Erich Fromm del concepto de enajenación de Marx: "La enajenación significa, para Marx, que el hombre no se experimenta a sí mismo como el factor activo en su captación del mundo, sino que el mundo (la naturaleza, los demás y él mismo) permanece ajeno a él." Y continua "...La enajenación es, esencialmente, experimentar al mundo y a uno mismo pasiva, receptivamente, como sujeto separado del objeto." (Fromm, 1962). La concepción marxista, tiende a poner el foco en la producción, sin embargo, me interesa ligarlo a la experiencia planteada por Callén & López en su texto, como desde el analisis materialista somos capaces de salir de la enajenación pudiendo conectar con los objetos de una forma totalmente distinta, haciendo sensible la experiencia relacionándonos con los objetos de forma activa. Sin duda se trata de una mirada ontológica nueva.
Para ampliar la línea interpretativa, me gustaría continuar con la idea de urbanización, planteada por Michel Lussault, y su impacto en el fenómeno del antropoceno (ver https://www.youtube.com/watch?v=Ka8nRHEHJs4). Tal como ha quedado al descubierto, en la búsqueda de referencias y en los textos del módulo, es un desafío mayor el poder hacer visible y reconocer esta cara del proceso de "desarrollo" de las sociedades modernas: Lo que deja atrás, los desechos. Desde la mirada tradicional del sujeto moderno, esto no lo compromete mayormente pues el medio o la naturaleza es "lo otro", lo que esta afuera y por lo tanto bastaría con separarlo, alejarlo de las zonas urbanas para decretar normativamente que todo esta en regla. Nuevamente en esto aparece el fenómeno de la enajenación, pero ahora en una escala global.
Para Michel Lussault (Festival Puerto de Ideas, 2021) el impacto de la urbanización desenfrenada es uno de los elementos claves en el proceso llamado antropoceno, a tal punto que el plantea que el antropoceno es un fenómeno eminentemente urbano. Lo que me interesa de rescatar de esta idea, es el proceso de NO vinculo cotidiano que cada uno de nosotros tenemos con la urbanización, en este sentido lo asocio a la misma idea de enajenación. En la vida diaria global, producto de la vorágine propia de las sociedades actuales, no nos detenemos a pensar en que todos los elementos propios del fenómeno de la urbanización son productos de la acción del ser humano y los damos por hechos -si lo extremamos diría dados por naturales- ejemplos clásicos: abrir el grifo del agua, contar con electricidad incluso internet en todo lugar, los caminos que conectan ciudades, ductos de agua potable y alcantarillado, sacar la basura, etc. Estos son solo algunos de los miles de acciones que encontramos en el día a día y que representan la cara "A" del fenómeno, lo que vemos y utilizamos y aun así son fenómenos que están totalmente desafectados de nuestra relación con ellos, una especie de "fetichismo de las mercancías" como dice el marxismo tradicional, solo existen.
Entonces, ¿Qué podemos esperar de nuestra relación con los residuos de la urbanización, los que están en la cara "B" y no vemos? Una enajenación aun mayor, prácticamente toda la estructura de la sociedad esta organizada para "dejar atrás", hacer invisible los efectos de esta urbanización. Por supuesto, cuando en casa abrimos el grifo del agua potable, no pensamos en como se ha tenido que intervenir el suelo para la instalación de las cañerías y plantas de procesamiento necesarias (ver https://www.arcadis.com/es-cl/projects/north-america/united-states/nys-covid19), no pensamos en los tratamientos de químicos del agua, en los residuos minerales de las cañerías y que ingerimos en cada vaso de agua que bebemos (ver https://blog.signus.es/cuanto-plastico-comemos-y-bebemos-a-diario/) . No pensamos en la intervención del terreno, flora y fauna, que fueron necesarios para la construcción de la carretera interprovincial por la transitamos, tampoco en el consumo de miles de metros de cúbicos de área y agua para la fabricación del hormigón de la carretera. Lo mismo ocurre con los neumáticos de nuestros autos y bicicletas ¿de donde salen a donde van a dar?, no es una pregunta diaria (ver https://blog.signus.es/guerrero-gorigoitia-escultor-neumaticos/).
Desde mi perspectiva, ontologizar los residuos en directa relación con cada uno de nosotros como sujeto individual nos abre oportunidades epistémicas para comprender los retos ambientales desde experiencias sensibles propias y conocer desde nuestras acciones experienciales el impacto que generamos, abandonando la enajenación con los objetos. Considero que es clave, dejar de pensar la relación con los residuos desde la perspectiva ajena, es decir no son los residuos, sino que mis residuos. En esto contribuye de forma clave el ejercicio de pensar de manera activa el apego que nos plantea Callén & López, y como mediante estas consideraciones vinculares con los objetos podemos internalizar la acción del desecho, en la misma linea pero en escala global, nos sitúa el considerar nuestra vida diaria como factor de producción de desechos, en todas las acciones que hacemos en nuestro día a día. Para finalizar, resaltar que los cuestionamientos críticos no solo debemos realizarlo hacia el fenómeno del consumismo desatado, sino que a lo que queda por detrás de ese consumo, de mi consumo y vida diaria como sujeto, quizás solo ahí comprenderemos mediante nuevas experiencias sensibles el fenómeno de los residuos.